Ana Ortin
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Las fotografías de la web y el precio del alojamiento hacen suponer que el apartamento va a ser de alto nivel. Nada más lejos de la realidad. Para comenzar en las habitaciones no había aire acondicionado y sí un radiador eléctrico portátil bastante cutre. Sofá desvencijado. Colchones de muelles viejos, almohadas duras como una piedra, un palmo de espacio para pasar entre la cama y la pared, las sábanas de una de las dos camas rasgadas por dos de las cuatro esquinas. El lavabo horrible, sin sitio para dejar las cosas, con el teléfono de la ducha pelándose (quedaba aproximadamente la mitad del recubrimiento color plata que suelen tener) y un único rollo de papel higiénico comenzado. Un buen ovillo de pelo negro ajeno emergió de una de las toallas al desdoblarla. El mismo gel para manos, cuerpo y cabello y ni rastro de acondicionador, hidratante, etc. En la cocina, armarios desconchados, dos botecitos individuales de leche de cortesía caducados hacía semanas y en la nevera varias botellas, todas de pago incluida el agua. Sin lavavajillas. Y dato muy curioso, el único apartamento que he visitado en mi vida sin una escoba y recogedor por si te cae algo al suelo. El personal es amable y como dijimos que íbamos con niños nos dejaron un par de juegos, pero para nada compensa todo lo demás, claro está.